En las últimas décadas se habla mucho de emociones, de la importancia de reconocerlas y saber gestionarlas, sobre todo las mal llamadas “emociones negativas”, como la ira, el miedo o la tristeza. Pero, ¿por qué son tan importantes?
Las emociones son una respuesta que da nuestro cerebro en forma de liberación de neuroquímicos ante una vivencia interna (un pensamiento) o ante una situación determinada. Cumplen un papel evolutivo, nos sirven para poder sobrevivir en un entorno, que resulta muy complejo. Cuando ese entorno es potencialmente peligroso, las emociones “negativas” son especialmente importantes: el miedo, por ejemplo, nos permite luchar, huir o mantenernos inmóviles cuando nuestra vida corre peligro; la ira nos da fuerza para defendernos a nosotros mismos o a nuestros seres queridos; la tristeza por su parte, nos invita a la introspección, nos avisa cuando algo va mal para intentar cambiarlo. Vamos a verlo con un ejemplo:
Imagina que vas conduciendo tu coche y observas el salpicadero. Hay un montón de luces que te indican el estado de tu coche: si tienes o no gasolina, cuál es nivel de aceite o de agua o si hay un fallo del motor. Esas luces serían las emociones, es decir, las emociones nos informan de cómo estamos, del mismo modo que las luces del salpicadero nos indican cómo está el coche. Pero es más, esas luces no sólo nos informan, sino que además nos invitan a tomar acción en función de lo que sea que haya atender: si se ha encendido el testigo de la falta de combustible, no sirve sólo con que lo vea, sino que debo acudir a una gasolinera a llenar el depósito. Del mismo modo, cuando observo una emoción determinada, ésta no sólo me está informando de cómo estoy, sino que además me mueve a hacer algo: defenderme, ponerme en alerta o conectar con una pérdida. Por último, las emociones nos sirven para que otros “nos vean”, para que sean capaces de captar cómo estamos o cuál es nuestra necesidad. En el ejemplo que estamos siguiendo, después de ser consciente de que me estoy quedando sin gasolina, tendré que decidir ir a la gasolinera, para lo cual, pondré el intermitente para que el coche de viene detrás de mi, pueda adecuar su velocidad y distancia a la maniobra que yo voy a hacer. Del mismo modo, si reconozco que algo me enfada (un comentario de alguien, por ejemplo), lo siguiente que haré será poner límites a esa persona para que no vuelva a hacerlo. Todo esto es lo que mostrará al otro que me estoy sintiendo invadido.
¿Cuál es la función de cada emoción?
Nos vamos a referir aquí a las emociones primarias por las que más se consulta: la tristeza, la ira y el miedo. La tristeza nos informa de una pérdida, por lo que su función es recogernos, adaptarnos a la nueva situación. Además la tristeza cumple una función social permitiendo que otros puedan reconfortarnos; la ira nos informa de que de algún modo nos están invadiendo. Su función por tanto es poner límites a esa invasión o tener energía suficiente para destruir aquello que consideramos un peligro; el miedo por su parte, nos informa de que existe un peligro potencial, por lo que su función es protegernos.
Como vemos, todas las emociones son adaptativas, ¿entonces por qué son motivo frecuente de consulta? Porque a veces las usamos de forma desadaptativa.
La emoción será adaptativa si la utilizamos para ponernos en acción en el presente. Será desadaptativa si la utilizo para revivir situaciones pasadas o anticipar situaciones futuras. Y es aquí donde casi todos fallamos: a través de nuestro pensamiento, de recordar o anticipar situaciones pasadas o futuras, evocamos estados emocionales desagradables, que no sólo tienen consecuencias para nosotros, sino también para los demás.
Recomendaciones con respecto a tus emociones:
- Sé consciente de ellas, las emociones no pueden silenciarse. Sería como si tapases el testigo del salpicadero que te informa de que te estás quedando sin gasolina. El resultado sería que te quedarías tirado y no podrías continuar el viaje.
- Piensa sobre ellas, explícate qué te sucede y por qué.
- Toma acciones que sean adaptativas, utiliza la fuerza de la emoción para aquello que está diseñada.
- Comparte con otros tus emociones, porque de ese modo te sentirás “sentido”.
Gracias a la plasticidad del cerebro, podemos aprender a reconocer y gestionar nuestras emociones de forma adaptativa. Desarrollar tu inteligencia emocional y social te permitirá también reconocer y gestionar las emociones de los demás.
Si aun así crees que tienes problemas con la gestión de tus propias emociones o las de otras personas, consúltanos, puedes aprender a manejarlas.